La amatista se considera la piedra de febrero y del signo Piscis. Dicen que es buena idea llevarla este mes o regalar un anillo con ella a los que han nacido entre el 19 de febrero y el 20 de marzo, pero, ¿por qué? ¿Cuándo y cómo surgió esta creencia?
Como todo lo relacionado con la amatista, la historia se remonta a muchos años atrás, y podría decirse que es una mezcla de religión, astrología, esoterismo, intereses comerciales… Mejor empecemos por el principio, en el Antiguo Testamento.
La amatista y las 12 gemas de la Biblia
Todo comienza con la aparición de la amatista en dos apartados de la Biblia:
- El Pectoral del Juicio para el Sumo Sacerdote que describió Moisés en la Torá (Éxodo 28:15-21), como parte de las doce piedras preciosas que representan las doce tribus de Israel.
- En la descripción de los 12 cimientos de la muralla de la nueva gran ciudad Santa de Jerusalén del Nuevo Testamento (Apocalipsis 21:20)
Y las posteriores investigaciones que hizo sobre estos pasajes el historiador judeoromano Flavio Josefo. Él fue el primero, ya en el siglo I d. C., en relacionar estas doce piedras tan significativas con los 12 meses del año y los 12 signos del zodiaco. Una aproximación que después respaldaría San Jerónimo en el siglo V d. C
En la antigüedad, las cosas terrenales representaban reflejos o sombras del universo celestial, donde reinaba Dios. Mientras que las 12 piedras del pectoral y la muralla, se veían como los 12 portales por los que el sol pasaba en su viaje anual.
Josefo afirmó: “En cuanto a las doce piedras, ya sea que uno prefiera leer en ellas los meses o las constelaciones de igual número, que los griegos llaman el círculo del zodiaco, no se equivocará de la intención del legislador”, iniciando así todo tipo de especulaciones.
Una posibilidad con varias interpretaciones
No son pocos los estudiosos del Nuevo Testamento que han reflexionado sobre el tema, entre los que destaca Jurgen Roloff, con su comentario sobre el Apocalipsis. Este teólogo protestante sugirió que la secuencia de las piedras preciosas y su correspondencia inversa con los signos del zodiaco no era una coincidencia.
Al contrario, reflejaba un conocimiento astrológico de la época, implicando que Juan (el apóstol) estaba familiarizado con dichos conceptos y quiso establecer una conexión simbólica.
Sin embargo, T.F. Glasson adoptó una postura más cautelosa. Tras consultar con egiptólogos y analizar las teorías existentes, concluyó que la disposición de las gemas probablemente se basó en recuerdos y visiones del relator, sin implicar un esquema astrológico de forma directa.
Este enfoque subraya la complejidad de atribuir significados astrológicos específicos a las piedras, que además se han presentado en diversas ocasiones en órdenes distintos.
A esto se suma el hecho de que los nombres antiguos de las gemas no siempre se correlacionan exactamente con las identificaciones modernas, por lo que no se puede confirmar que la lista actual de piedras relacionadas con el zodiaco esté basada en las escrituras del Antiguo o Nuevo Testamento.
Eso sí, al menos se puede intuir que la semilla de este pensamiento se remonta a esa época o incluso más atrás, ya que hay indicios de atribuciones religiosas, mágicas y astrológicas de las gemas desde el Antiguo Egipto.
Lista oficial de las piedras de nacimiento
Si buscamos el origen de la costumbre actual de asociar una piedra a cada mes del año, tampoco hay consenso. El prestigioso mineralogista estadounidense George Frederick Kunz la sitúa en Polonia, en el siglo XVIII, en cambio el Instituto Gemológico de América afirma que se comenzó a practicar en la Alemania de 1560.
En cualquier caso, la lista unificadora actual, que posiciona a la amatista como piedra de febrero y amuleto de los nacidos bajo el signo de Piscis, fue creada por la Asociación Nacional Estadounidense de Joyeros en 1912. Y tras varias actualizaciones, ha quedado así:
- Enero: granate
- Febrero: amatista (ver propiedades)
- Marzo: aguamarina
- Abril: diamante
- Mayo: esmeralda
- Junio: perla, piedra lunar, alejandrita
- Julio: rubí
- Agosto: peridoto, espinela
- Septiembre: zafiro
- Octubre: ópalo, turmalina
- Noviembre: citrino, topacio
- Diciembre: turquesa, tanzanita, circón azul
Resulta fácil imaginar que una enumeración de este tipo tiene detrás (sobre todo) intereses comerciales, pero a la vez, es bonito pensar que no hubiera sido posible sin la intersección de la fe y la observación de los cielos que fascina al ser humano desde el principio de los tiempos.
Personalmente, yo prefiero llevar joyas de amatista durante todo el año, no obstante, si su relación con el mes de febrero hace que mucha más gente descubra lo especiales que son, ¡bienvenida sea!
Fotos | Abigail H. – Unsplash | Bryce Edwards Birthstones Royal Ontario Museum – Flickr | Kimberley Chow – Unsplash | Yesterdays paper – DevianArt